Resulta inexplicable, ayer terminé en el corazón del Centro Histórico de Puebla en la famosa librería Profética, en la presentación de la primera novela de Javier Sánchez Díaz de Rivera (personaje auténtico y desde hoy lo compruebo, maravilloso contador de historias que tuve el placer de llamar jefe durante 5 años) y es que, yo conocía al Doctor, ese que era bueno en políticas públicas, en creación de planes de desarrollo, aficionado a vivir con doctorado en placeres sencillos.
Los miércoles son días perfectos para presentar libros, siempre son como un punto de convergencia, un momento en donde, puedes destinar unas horas y olvidarte del mundo y es que justo en ese espacio céntrico han pasado tantas historias que probablemente podríamos parafrasear a Ángeles Mastretta y decirles con sinceridad: “En qué otra parte iba a ser si en Puebla todo pasaba en Profética: desde los noviazgos hasta los asesinatos, como si no hubiera otro lugar.”
Y es que, Javier dejó escuela, una tan grande que, se sentó en mi mesa antes de presentar su libro y le dije: “Vi a una persona que te conoce, fui a verlo para un proyecto y sólo me contestó: eres de la escuela de Javier esa gente hacía diagramas chingones deberías hacer uno y ponerme por qué es buena idea este proyecto” y es así como sólo sonreía Javier al mismo tiempo de firmar su libro con dedicatoria para mí: “Mi querido Alex, los senderos de la vida se escriben más con momentos que con diagramas o tal vez vamos a la mar por naranjas” medité un poco y era evidente que, no sólo era una invitación para ir a Martínez de la Torre, evidentemente algo causó en él la simpatía de los diagramas.
Minutos más tarde, el dueño del lugar, un reconocido activista, creativo y loco de nombre José Luis Escalera (que además, admiro en demasía por resistir, por permitir que Profética siga siendo un lugar para las causas) me miró y dijo: “Señor Alejandro, qué gusto da verlo por acá, ¿qué hace por aquí? y justo en una respuesta conjunta le mencioné: “Javier me soportó 5 años, fui su publicista en la Ibero, qué aguante”
Y es que, ¿cómo no venir a la presentación de un libro tan único como este? Escrito por un maestro de los diagramas, con mucha sapiencia y que además, debo decirles, le debo un gran porcentaje de lo que soy hoy, quizás, despertó ese publicista que estaba dormido y me convirtió en un monstruo.
Fue una fiesta de personajes, cerveza, vino y muchas risas, la presentación de un nuevo Javier, uno que nació el miércoles 23 de noviembre del 2022 a las 19:00 en el Centro de Puebla, en la casa enclavada en 3 sur y 7 poniente, la antigua casa de La Limpia.
El descubrimiento de “A la mar fui por naranjas” despertó mi sana curiosidad y es que, un hombre con el que siempre es un placer encontrarse y debatir de política hoy, presentó una faceta distinta, una motivado quizás, por su hija, Ana Jimena que dentro de tantos menesteres también está en este asunto de las letras y es que, de forma natural y auténtica, me encontré una novela de 347 páginas que entona en su temática central la historia de Guillermina del Campillo, ambientada en pleno marco del centenario de la Independencia de México, en 1910.
Esta no es más que una pequeña crónica del nacimiento de un escritor, aún faltará comenzar con la aventura de ir por naranjas cerca del mar.






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