Un día, pensé en hacer cine, me dijeron mil veces que en México, era muy complicado, que sólo unos cuantos podían ser llamados privilegiados y justo esas palabras resonaban en mí pero, eso no evitó que me convirtiera en cinéfilo pero quiero aclararlo, soy un mal cinéfilo, no soporto las conversaciones técnicas, tampoco sé mucho sobre los miles de premios que suceden al año y es que, podría decir que, me convertí en fanático del cine después de ver películas de Sergei Eisenstein (sí, me apasionó que de muchas formas su historia estaba muy ligada a México) y comencé a consumir comedia gracias a Harold Lloyd y a Chaplin, en fin, mis días universitarios transcurrían hablando de cine, disfrutando las tomas, lo fascinante que era ver imágenes.
Pero tampoco puedo olvidar mi pasión por el cine mexicano, era tan fuerte que, un productor de cine que conocí entre tantas andanzas me dijo “eres un devorador de cine mexicano, un consumidor ávido y eso es perfecto en estas épocas tan grises”, era la segunda década de los 2000, México se estaba recuperando de un hoyo cinematográfico y justo de eso quiero hablarles el día de hoy.
Hubo intentos puntuales por desarrollar una plataforma de streaming 100% mexicana, Nuflick era un intento por llevar al cine mexicano a otra dimensión, logró un reconocimiento intermedio que bastó para que hoy, muchas personas que desarrollaban esa plataforma estén en Mubi.
Aquí sabemos contar historias, nos apasiona la comedia, disfrutamos todo el tiempo de crear dramas que estén ligados a la energía emocional, somos expertos en hacer reír y hablo justo de ese humor serio, creativo, inteligente del que hoy, carecen las industrias creativas pero que existe y es parte de nuestros genes.
Del 2013 a la fecha, los mexicanos han ganado 14 estatuillas de la Academia estamos hablando de una década de éxitos masivos en la industria cinematográfica, pero de éxitos personales y es que, el cine en México sigue siendo un éxito personal.
Y nos hemos acostumbrado en épocas recientes a ver a un mexicano triunfar, pero esos mexicanos tienen nombre y apellido: Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki podríamos decir que, realmente tenemos a los mosqueteros mexicanos del séptimo arte y como auténticos espadachines logran cada premiación estar presentes.
Hoy Netflix en su catálogo tiene a dos cartas fuertes para el Óscar, Bardo de Alejandro González Iñárritu que es una auténtica joya del cine, una muy surrealista cinta que, cautiva a propios y extraños. Pero también, una versión a la mexicana de Pinocho que salió de la cabeza del gran Guillermo del Toro.
Con esto, México y las plataformas de streaming demuestran que en una ventana como Netflix se tienen grandes proyectos cinematográficos llenos de muchísimas imágenes, mucho color y auténtico sabor a nuestro país.
México es su gente y su gente hace cine chingón porque la expresión de ‘buen cine’ no basta, hace falta decir que es una chinga muy chingona hacer cine chingón. ¡Y qué gusto que sea mexicano!






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