Caminar es bueno para el cerebro, en todos los sentidos. No solo lo dice la ciencia, basta con la simple observación de nuestro cuerpo. Como señala The Newyorker, desde la época de los griegos, los escritores y filósofos descubrieron una profunda conexión entre caminar, pensar y escribir. Sócrates daba largos paseos con sus discípulos, e incluso los estoicos discutían de filosofía caminando bajo la Stoa.

Pero no hace falta ser un pensador o un escritor para observar los beneficios de caminar. Y si te preguntas cuál es el consejo para una persona que atraviesa un momento complicado, ya sea por causas de estrés o cualquier tema relacionado con la salud mental, la respuesta es sencilla, un paseo siempre despeja la mente, por lo que algunos expertos recomiendan caminar en las mañanas para mejorar los días.
Las investigaciones publicadas en Frontiers in Neuroscience demuestran que el ejercicio ayuda al cerebro a formar nuevas neuronas, fomenta nuevas conexiones entre las células cerebrales, evita el desgaste normal del tejido cerebral que se produce con la edad e incluso aumenta el volumen del hipocampo (una región del cerebro crucial para la memoria).

No hay necesidad de correr o caminar a toda prisa, como explica Ferris Jabr en el Newyorker: caminar a nuestro propio ritmo y de manera correcta crea un estado mental perfecto que no podemos experimentar tan fácilmente cuando hacemos footing, conducimos un coche o andamos en bicicleta. El proceso comienza cuando no tenemos que dedicar un esfuerzo consciente al acto de caminar, con lo que nuestra atención queda libre para vagar, para abarcar el mundo que tenemos ante nosotros. Este es precisamente el tipo de estado mental que los estudios han relacionado con las ideas innovadoras y los golpes de intuición.
¿Será que nos armamos un grupo para acompañarnos en esta actividad?






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