Una investigación sostiene que dejarse llevar por la imaginación y «soñar despierto» puede aumentar la plasticidad del cerebro, y en consecuencia, mejorar la memoria.

Por más que parezca que atente contra la productividad y la cotidianeidad misma, dejarse llevar por la fantasía a través de una ensoñación moderada puede tener una gran utilidad neurológica en términos retentivos y de aprendizaje.
Soñar despierto: ¿cómo es el estudio científico sobre la ensoñación?
¿Quién no se quedó «colgado» alguna vez pensando en situaciones que se podrían haber dado o que ni siquiera estuvieron cerca de ocurrir? Esos lapsos de desconexión con la realidad en las que nos dejamos llevar a través de la imaginación se llaman ensoñación.
La función biológica de la ensoñación aún no está clara y la Clínica de la Universidad de Navarra la define como un «estado de conciencia, más o menos desconectado de la realidad, en el que el sujeto se deja llevar por una sucesión, casi siempre incoherente de imágenes y pensamientos dependientes de motivaciones afectivas, más que del pensamiento lógico».

Los estudios sobre el cerebro todavía no son suficientes para saber por completo la cantidad de fenómenos que ocurren en nuestras cabezas, por lo que cada hallazgo es una bocanada de aire fresco que puede correr los límites del humano, y en este caso, de su imaginación.
La revista británica de neurociencia Nature dio a conocer una investigación que se hizo sobre la actividad neuronal en periodos de ensoñación en los ratones, animal frecuentemente utilizado para la experimentación humana.
En el trabajo científico se les mostró a los ratones dos imágenes y en el medio de ellas una pantalla vacía, y se registró la actividad cerebral con ese proceso repitiéndose varias veces.
Lo que se encontró en ese estudio fueron patrones neuronales específicos y la activación del hipocampo, área que ayuda en el proceso de memoria, además de la utilización de 7.000 neuronas en simultáneo.





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