
A Alessadra Rojo de la Vega la conocemos desde que andaba en sus veintes y comenzaba a hacer vida social como hija del empresario Martín Rojo de la Vega y Mónica Piccolo. Desde 2010, ella y sus hermanos Nunzia y Gabriel ocupan titulares de las revistas del corazón por su origen y su estilo de vida fitness. Con el paso de los años, se convirtieron en verdaderos influencers y emprendieron sus propios negocios en esa área. Nunzia y Alessandra son dueñas de Nutrición avanzada, tienda de suplementos alimenticios. Gabriel probó suerte como futbolista profesional y después abrió El T3mplo, un gimnasio basado en el sistema R.3.D (Resilience, Endurance, Dynamic) que él mismo creó.
Los hermanos aman el wellness e hicieron de él su forma de ganarse la vida, sin embargo, Alessandra se salió de la ruta movida por un interés personal: la justicia social. Estudió Comunicación en la Ibero y fue parte del equipo de Comunicación de Enrique Peña Nieto cuando fue gobernador del Estado de México. Después, llevó las redes sociales del priísta cuando contendió por la presidencia y, entre 2018 y 2021, fue diputada del Congreso de la CDMX por el Partido Verde, al que renunció en junio del 2021 porque “sus convicciones no coinciden con las mías”. La política la llenaba y siguió ese camino: tomó la dirección general de Desarrollo Social de la Miguel Hidalgo con Mauricio Tabe y, en las elecciones de este año, contendió por la alcaldía Cuauhtémoc con el Frente Amplio por México, formado por el PRI, PAN y el PRD.

Con unos 11,000 votos más que la contendiente de Morena, Caty Monreal, Alessandra recibió el 6 de junio la constancia de mayoría por el Instituto Electoral de la Ciudad de México. Sin embargo, a través de varios procesos e instancias, Monreal exigió el recuento total de votos y la anulación de la elección argumentando fraude, irregularidades y violencia política en razón de género. Finalmente, el 25 de septiembre, los magistrados electorales de la Sala Superior del Tribunal Electoral determinaron improcedente la impugnación de la morenista y ratificaron el triunfo de Alessandra.
Este 1 de octubre, luego de meses de una lucha que parecía interminable, rindió protesta como alcaldesa.
La Alessandra de hoy es muy distinta a la que seguíamos en redes sociales hace unos años. “Soy mamá de tres, dos niñas y un niño. Soy feminista, activista, tengo dos asociaciones, una para niñas y niños en riesgo de calle y ‘No es una, somos todas’ para asesoría legal y psicológica para las mujeres que viven violencia. Somos 2,000 mujeres aproximadamente en esta red. Soy empresaria y ahora alcaldesa electa con mucha ilusión y ganas de enseñar cómo se deben hacer las cosas de la mano de la gente. Debemos tener gobiernos cercanos, que escuchen, que cambien vidas y por eso estoy aquí. Soy una ciudadana que no tiene partido, a quien la oposición le dio la oportunidad de encabezar este proyecto y lo ganamos.

Los últimos años, Alessandra ha abrazado la causa feminista por la historia de su amiga Ana Helena Saldaña, quien fue atacada con ácido y lleva más de 20 cirugías reconstructivas. “En aquel momento eran simples lesiones que no alcanzaban pena (…) Hicimos esa lucha y me abrió los ojos para nunca cerrarlos”.
Tras vivir este caso de cerca, Alessandra hizo conciencia de que ella misma era una víctima. “Crecí en una familia tradicional donde las mujeres tenemos que cuidarnos y estudiar algo de mujeres. Fui a escuela de puras niñas y no nos enseñaron a ser aliadas, nos enseñaron a competir, nos llenaron de estereotipos”. Fue hasta ese momento que notó que frases que escuchó en su casa, como ‘Tú tienes que ser bonita’, ‘Tienes que ser calladita’, ‘Compórtate’, no eran correctas y decidió romper con ellas, inclusive “con mi familia y lo que nos enseñaron. Mi papá me decía ‘Estudia Comunicación, no seas abogada porque es de hombres’ y acá es donde tenía que acabar, estaba escrito en mi destino”.
La influencer tiene claro que su origen “privilegiado” es gran motivo de crítica para sus detractores y tiene los argumentos para defender su interés por el bienestar social. “Es muy duro porque somos criticadas y señaladas por las mismas feministas. Hay mujeres con distintos contextos en este país, unas efectivamente marcadas por situaciones de extrema pobreza, distintas ideologías, religiones y tienen que arrancar desde mucho más atrás, tienen menos oportunidades que yo. Yo tuve dónde vivir, dónde comer, una escuela donde estudiar, pero no por eso no tengo derecho a ser activista. Yo no decidí vivir aquí, pero quiero darlo todo por esta causa. He perdido familia, he perdido amigos, comodidad y privilegios por dedicarme a lo que me llena, eso no me hace menos feminista. Utilizar este privilegio para ayudar también es válido”. Ademas, la política quiere dar visibilidad a la violencia que también viven las mujeres con privilegios en México: “Nosotras hemos vivido diferentes tipos de violencia y a veces hasta más calladas por guardar un estatus social o económico por nuestros hijos, porque pensamos que no hay de otra más que aguantar. Yo las he vivido desde que tengo uso de razón, fui acosada y abusada en fiestas. Renuncié a trabajos porque prefierí buscar mi seguridad antes que seguir luchando por un sueño o por desarrollarme profesionalmente. Renunciamos a nuestras vidas y sueños para ponernos a salvo”.

Alessandra ha vivido la disparidad en la responsabilidad y el cuidado de sus hijos con su ex y por ello tiene clara su agenda: “Muchas veces, teniendo privilegios, no sé qué hacer con mis hijos. Deberíamos hacer equipo, pero como la mayoría de las mujeres de este país, me siguen cargando la mano. Necesito ayuda, yo tengo el 100 por ciento de la responsabilidad, viven conmigo, me encargo de su educación, yo los mantengo”, por ello su “gobierno será feminista, mínimo un 70 por ciento de mujeres contra un 30 por ciento de hombres, y no por hacerlos menos; ni los odio, ni voy a dejar de gobernar para ellos, pero las mujeres merecen oportunidades y atender su agenda: implementar guarderías y escuelas de tiempo completo”.
La política ha enfrentado varios momentos complicados. En lo personal, cuando sus hijos nacieron prematuros en plena pandemia y ella estuvo en riesgo de morir durante el parto. “Perdí la matriz y un ovario, me desangré. Me estaba muriendo. Fue complicado porque mis hijos se quedaron casi dos meses en terapia intensiva en medio de la incertidumbre. Cada día era un reto, es muy doloroso porque te dan malas noticias todos los días”.
Hoy tenemos a la primera presidenta electa de México, lo que acaba con el camino para las mujeres en la política, ¿Alessandra ha soñado con ello?
“Es una pregunta que nunca sé contestar porque soy de vivir el presente, ni siquiera quiero definir qué voy a hacer en tres años, creo que eso ha causado muchos problemas en los gobernantes, pensar en lo que sigue te quita del presente, de los resultados que quieres entregar día a día. Yo hoy quiero estar en la Cuauhtémoc, quiero hacer el mejor gobierno de la historia de la alcaldía, que proteja la vida de las mujeres, de eso me voy a encargar yo personalmente, que el corazón de México vuelva a brilla, vuelva a tener colores, alegría, tranquilidad, paz. En eso voy a enfocar mis días, no sé qué venga y no me interesa, eso ya lo definiremos después. Seguramente seguiré sirviendo a donde quiera que me lleve el destino, si es un puesto político bienvenido, si es de la sociedad civil como muchos años ha sido, también. De lo que sí estoy segura es de que seguiré ayudando a las mujeres para que en este país vivamos libres de violencia».
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